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No podemos dejar que el ibuprofeno le diga a nuestro cuerpo que no necesita anti inflamatorios

La inflamación no es un factor más, es la base de muchos males. Los cambios de hábito tienen que ser progresivos y asumibles para cada persona.

Tres profesores de la UPV/EHU están demostrando que la amona tenía razón.


“Nuestra salud tiene tres patas: la alimentación, el ejercicio físico y el descanso. No llegan a estar unidas totalmente porque la fuerza de voluntad consume energía y se acaba. Lo que las mantiene unidas es la reprogramación de nuestros hábitos” dice Ricardo Merino, biólogo, bioquímico y director del curso "Salud: alimentación, actividad física, descanso, microbioma y reprogramación de hábitos" que se celebrará los días 26 y 27 de julio impartido también por Adrián Odriozola, bioquímico y profesor de genética, y, Adriana González, bióloga e investigadora. 


Hábitos cotidianos y actitud ante la vida, mejorándolos tendremos una mejor salud (algo que va mucho más allá de la ausencia de enfermedad). Que esté lastrada depende de “la inflamación crónica de baja intensidad”. La aguda forma parte de la curación en un momento dado, pero si se alarga en el tiempo hay muchas cosas que no funcionan, advierte Ricardo Merino.


Somos nosotros, nuestra microbiota, bacterias, hongos protozoos…nuestro Holobioma, que ejerce sus funciones. Ricardo Merino llega a decir que “depende quién viva en nuestro interior nuestra salud será una u otra”porque ese conjunto de seres regularán un montón de aspectos relacionados con nuestra salud y hasta con nuestras apetencias.”


Los pilares del bienestar y la salud “en realidad los conocemos desde la antigüedad. Hemos progresado en saber el porqué de su importancia y simultáneamente hemos perdido la conciencia de su valor” según remarca Adrián Odriozola añadiendo que en la antigüedad “no se sabía que el potencial de un ser vivo depende de su material genético que le capacita para responder a cualquier serie de estímulos (un alimento, la bajada de la temperatura o un disgusto), pero sí se conocían los efectos positivos de una buena alimentación o de un oportuno descanso”. Hoy todo el mundo vive de prisa, se somete a las luces artificiales de las pantallas hasta en la misma cama alterando los ritmos circadianos, y nunca tiene tiempo para comer bien. “Hace unos años hubiese sido una aberración que una persona se alimentase de una máquina de Vending”. Para alimentarse bien sólo hay que respetar una máxima: ”Haz caso a tu abuela”  “siéntate y come este cocido”, “necesitas airéarte un poco” o “Échate una siesta porque te veo cansado”.


Adrián Odriozola remarca que “Si una semana sin dormir te mata, ¡qué no hará estar durmiendo poco y mal siempre por quedarse a ver la TV o comer-que no alimentarse- los productos vending habitualmente! Es lógica pura, pero entendemos la salud como la ausencia de enfermedad, y tratando la enfermedad como algo que me curan  otros” La salud se sostiene sobre una actitud activa siendo cada uno responsable de lo que hace y deja de hacer y responsable también de cómo se relaciona con el ambiente”.

Adrián Odriozola y Adriana González trabajan en comprender como funcionan los gramos de microbiota que tenemos en el cuerpo. Adriana elabora recetas de cocina personalizada para optimizar el máximo potencial de la persona. Puede necesitar reducir el estado inflamatorio, mejorar la quema de grasas o mejorar la síntesis de algunas vitaminas. ”Saber qué bacterias tiene cada uno, cuáles son importantes y en qué cantidad en relación con el objetivo que se persigue para poder desarrollar algoritmos, es decir fórmulas que acaban en una receta de cocina. La labor de laboratorio se complementa con la de departamento de matemáticas de la Universidad de Cantabria gracias a la labor de la Dra. Cristina Tirnauca, y termina con las recetas que puede elaborar cualquiera.

Entre los tres han elaborado un sistema de recomendación de alimentos de forma individualizada. Una nutrición de precisión patentada a nivel europeo que aplican a deportistas de élite o personas con necesidades concretas revisadas por un nutricionista.

Especifica Adriana González cómo cada una de las bacterias de la microbiota se agrupa por funciones biológicas para dar soluciones a distintos problemas como todos los casos de permeabilidad intestinal. Se comprueba cuáles van bien y cuáles no en cada persona. Son muy amplios los casos a estudiar. Si ¿tiene o no, por ejemplo, las bacterias que metabolizan la lactosa en una persona intolerante? Se le recomiendan los alimentos que nutren estas bacterias. Pero al margen de cuestiones individualizadas Adriana González aporta una serie de consejos generales:


Comer la patata cocida después de que se haya enfriado. El almidón que contiene se habrá modificado y evitará una subida de azúcar y alimentará bacterias con efectos antiinflamatorios. La avena hervida o en remojo pierde las proteínas que son inflamatorias. Sus consejos, de los que se darán amplia cuenta en el curso, “son especialmente interesantes con los niños/as pues aprenden hábitos alimenticios para su futuro. Galletas, tortitas de avena; mezclas de yogur con algún fruto rojo, pasta con harina de garbanzo, lentejas…Los efectos de esas harinas de legumbre en la microbiota no tienen nada que ver. El índice glucémico de la harina de trigo totalmente triturada es superior al del azúcar, sube inmediatamente y afecta al páncreas.


Respecto al pan blanco. Lo que es malo es basarlo como habitual en todas las comidas y no tenerlo en cuenta a la hora de calcular el total de alimentos que tienes que tomar. Es un alimento en sí.


Adrián Odriozola remarca “Hay otras harinas no tan expandidas comercialmente que tienen otras propiedades y que dan las mismas oportunidades que las de trigo a la hora de elaborar los alimentos y que no potencian una inflamación crónica. La inflamación es la base de una gran lista de patologías como la diabetes, la obesidad e incluso la depresión”. En teoría es mejor el pan integral que el blanco, cuanto menos procesado, mayor tiempo de cocción haya tenido mejor. El peor ejemplo de pan…la baguete que al cogerla calentita de la panadería está incomible cuando llega a casa.

A la voluntad hay que ayudarla en el camino a ese cambio de hábitos saludables. La inflamación es la respuesta inmune ante cualquier alarma. Si es constante el cuerpo deja de ser eficiente. La regulación de los neurotransmisores necesarios para sentirse a gusto (las dopaminas, las serotoninas) se alteran, y nos sentimos más cansados y menos motivados para cocinar algo sano y no comernos el donut que tenemos al lado. 


Todo es una rueda que puede girar hacia el lado positivo o negativo. ”Si estás inflamado se inhibe la quema de grasa y engordas 20 gramos al día que se convierten en 10 en un año. Cuanto más peses, menos capacidad de movimiento tienes. Un círculo que hay que romper volviendo a los pilares de la actitud y la consciencia de que somos nosotros los que tenemos que darle la vuelta y no esperar soluciones externas”.


El ibuprofeno puede ser positivo en caso de una inflamación aguda y particular en un momento de dolor, pero puedes anular la capacidad antiinflamatoria de tu cuerpo porque le estás mandando el mensaje de que no hace falta que lo produzca.


En palabras de Ricardo Merino “puedes atacar la sintomatología, pero no el problema” Nos apuntamos al gimnasio y lo abandonamos a los días. Los cambios de hábitos tienen que darse poco a poco. ”Mucha velocidad te hace descarrilar y volver a lo de siempre. Los cambios tienen que ser asumibles para el cuerpo y que vayan creando adherencias y que los cambios se vayan quedando grabados en ti. Se suman unos a otros, se acumulan, y crean nuevos hábitos”.


Adrián Odriozola repite que la inflamación es la constante de la mayoría de las patologías. Hay evidencias de que están presentes en la depresión y hay una mayor concienciación de los especialistas de que influye el ambiente que lo provoca. “Sedentarismo, luces artificiales de las pantallas, comida rápida, ultraprocesados vendidos como alimentos infantiles, niños que por ver la TV no duermen 8 horas… conforman un ambiente que provocan la inflamación y degeneran en obesidad, diabetes, hipertensión… La inflamación no es un factor más, es la base de muchos males. Una alimentación sana, una vida más movida y una actitud positiva, la reducen. La inflamación crónica no desaparece con Ibuprofeno, sólo tapa síntomas, no enfermedades. Incluso manda mensajes al cuerpo de que no necesita que los genere.