La adicción a la Benzodiacepina es la epidemia oculta de occidente.BZD
“Es la gran adicción oculta. Muy cerca de la adicción al alcohol o el tabaco. Cuando se prescribe, el facultativo lo hace con la mejor intención, pero su efecto es tan inmediato en una persona angustiada que se convierte en un fármaco mágico y si no eres fuerte, te engancha” Hay estudios a nivel europeo que indican que su consumo es injustificadamente elevado.
Wenceslao Peñate psicólogo y profesor en la Universidad de La Laguna, cree que posiblemente exista un mercado paralelo, pero no deja de subrayar que los facultativos son muy prudentes en su administración. Lo decía en el curso sobre la” Depresión, Diagnóstico y Tratamiento” celebrado en el Palacio Miramar dentro de los Cursos de Verano de la UPV/EHU.
Controlar las emociones es complicado, pero las emociones forman parte de la vida cotidiana y es connatural al ser humano. Tener emociones “aunque sean negativas, está bien. Es la manera de acomodarnos al ambiente.” El problema nace cuando esas emociones son excesivas, nos inundan y nos dominan. “Una cierta proporción entre los motivos para angustiarnos y nuestra angustia es congruente. Es una señal de la importancia de la vivencia, pero lo que no tiene sentido es que pequeños hechos cotidianos nos provoquen grandes sobresaltos.
Hay personas que llegan a truncar sus emociones ante cualquier hecho. Se trata de gente que siempre está esperando lo peor en la vida cotidiana. Parte el prof. Peñate de que existen sentimientos connaturales pero otros “son aprendidos”. “Los biologistas dicen que estamos preparados para tener ciertas emociones, las emociones primarias como el miedo, la tristeza, la alegría, la rabia o la ira. Son emociones instintivas”. Las secundarias como el desánimo, el pesimismo o el desamparo, están construidas por el ser humano. Wenceslao Peñate considera que estas emociones secundarias son las que pueden llegar a ser dañinas y están ligadas al proceso de socialización, la familia y el entorno “Todos estamos equipados con miedo o tristeza, con alegría o ira, algunos dicen que hasta con asco, pero el resto de las emociones están construidas por nosotros”
Tenemos varios mecanismos de control pero en general, los “más humanos”, son los más dañinos. Uno de ellos es la supresión, es decir negar lo que me hace daño. Es la base de los psicofármacos que hacen desaparecer los síntomas en un proceso contra-natura. Para momentos críticos puede valer, pero a las personas que tienden a esa negatividad, el uso de psicofármacos es una estrategia dañina porque te “impide manejarte adecuadamente y el único esfuerzo que te pide es tomar una píldora con un vaso de agua”. Pero cuanto más se niega el sentimiento, más presente lo tenemos. “No enseñamos a nuestra mente a procesar la situación”
Otra estrategia “muy humana” y la más dañina es el rumiar, el dar continuamente vueltas a un pensamiento. Estar continuamente planteándose preguntas o porqués. “Es un esfuerzo baldío y consigue que estemos peor”
Exponía el prof. Peñate varias estrategias de regulación. La primera expresar sencillamente la emoción, decir como te sientes. En muchos casos sólo por hacerlo ordenamos nuestros pensamientos ,los normalizamos y asimilamos. Es más, nos damos cuenta que tampoco era tan transcendente ni tan grave la situación.”Por eso es tan importante que en las situaciones cotidianas, las personas que conviven en cierta intimidad, sepan escuchar.
La segunda estrategia es la reevaluación. Necesita cierto entrenamiento. El proceso consiste en identificar las razones por las que nos sentimos mal. Por qué nos han hablado mal, por qué nos han mirado mal o sencillamente no nos han saludado. Se trata de analizar si se ha dado alguna circunstancia que desconocemos y pueda explicarlo. Usualmente nos solemos quedar con la explicación más negativa. Es por eso que se hace necesario buscar una explicación alternativa que no sea tan dañina para uno mismo. Frecuentemente no tenemos pruebas que corroboren la versión negativa o la alternativa de los hechos, y frecuentemente elegimos la elección negativa, la más dañina. Ante lo que nos parece un gesto físico raro, podemos pensar que ha sido un gesto despectivo, pero cabe la posibilidad de que esa persona sin habernos visto haya estado gesticulando por pura casualidad. Optamos por lo primero y el sentimiento cambia totalmente. La clave de la reevaluación es: según interpretemos la realidad, nos sentiremos de un modo u otro. “Si un hecho tiene dos explicaciones para ti y una es protectora, ¿porqué eliges la que no lo es?
El prof. Peñate explicaba una tercera estrategia más compleja: La Aceptación. Ante un proceso de duelo por ej. , la persona puede llegar a fusionarse con ese duelo . Fusionarse con una emoción, prácticamente convertirse en la emoción. “Yo soy el fracaso” Es necesario poner un poco de distancia y asumiendo la frustración, preguntarse si hay algo peor que la propia frustración. “Voy a aceptar que me están yendo mal algunas cosas, que me provoca rabia, pero no soy sólo la rabia.”La aceptación, no es resignación. Podemos tener motivos para sentir esa frustración, pero somos algo más que esa frustración.
Es necesario aprender a vivir con emociones negativas A través de la aceptación- que es fácil explicarlo, pero complejo hacerlo- enseñamos a convivir con las emociones negativas, pero sin que esas emociones negativas dirijan nuestra vida.