Acabar con el desperdicio alimentario no es cuestión de voluntarismo
Para hacer bien las cosas, hay que garantizar que nadie pierda y que todos vean recompensado el esfuerzo”.
A final de año, Oreka habrá recibido y entregado entre 75.000 y 100.000 comidas, cerca de 30 toneladas de alimentos por un valor de entre 150 y 200.000 €.
30 toneladas de alimentos que han cumplido su función y no han engrosado el patético número de kilos de alimentos que se desperdician.
Oreka opera en Bizkaia, Galicia y Madrid. Las primeras pruebas piloto se hicieron en época pre-covid a principios de 2020 y tras la cuarentena, en el mes de junio se creó la empresa como tal. “Fue un año de definición de procesos, desarrollo tecnológico y de comenzar a ofrecer sus servicios a las empresas de restauración colectiva”. Empresas que comienzan a tener una mayor actividad tras las restricciones derivadas de la pandemia, y que por lo tanto redundará también en la actividad de Oreka con un mayor número de clientes en otros espacios geográficos.
Oreka es uno de los ejemplos que se van a exponer en el Workshop sobre buenas prácticas en la donación de excedentes alimentarios organizado por Elika Fundazioa.
La empresa la llevan adelante Denis de Ugalde y Víctor Alonso. Los beneficiarios son comedores sociales. Cinco entidades que irán a más porque en este momento están abriendo nuevos circuitos gracias a los acuerdos de colaboración con los bancos de alimentos.
Denis de Ugalde uno de los fundadores basaba la labor de Oreka en la seguridad alimentaria para todas las partes, y la tecnología usada para una plena trazabilidad en una gestión logística que no es sencilla: “acercar los excedentes alimentarios a los puntos en los que se van a consumir. Ser eficientes en acercar la oferta y la demanda con total transparencia y seguridad”.
El circuito se va creando con aplicaciones móviles y WEB que permiten programar la recogida de alimentos tras haber estudiado la tipología de la empresa donante, el producto o el formato. Las empresas cargan en la aplicación lo que les sobra, y las entidades beneficiarias saben lo que les va a llegar.” En 24-48 horas toda la comida que recuperamos ya está consumida en comedores sociales” Decía Denis de Ugalde que en todos los puntos de la cadena hay desperdicios. “Después de muchas llamadas e incluso ser un poco pesados nos centramos en el sector de colectividades (cocinas centrales o in situ para grandes colectividades humanas como hospitales, centros educativos o empresas) con mucho volumen de producción y normas rigurosas de seguridad alimentaria. Auzolan y Gastronomía Vasca fueron las primeras empresas en confiar en el proyecto”.
Oreka recoge sólo alimentos ya elaborados de estas empresas que, dado su volumen de actividad, siempre se van a encontrar con un excedente que, aunque pequeño en el día a día, en su conjunto es importante. El reto es saber gestionar esas sobreproducciones hasta que lleguen al que va a ser el consumidor final.
Las cocinas donantes abonan el servicio de recogida de sus sobrantes que, en lugar de terminar en la basura, algo que a nadie agrada, tienen un destinatario. Este servicio les aporta una serie de beneficios al reducir su impacto medioambiental, contar con más datos para poder reducir o adecuar su producción ganando en eficiencia empresarial y cumplir con su Responsabilidad Social Corporativa además de las deducciones tributarias por donación “Oreka se convierte en un elemento más en la cadena de valor de la empresa", decía Denis de Ugalde.
La directora de la Fundación Elika, Arantza Madariaga quiere potenciar la existencia de empresas como Oreka porque es imprescindible asegurar la trazabilidad de las donaciones alimentarias asegurando permanentemente su seguridad alimentaria.
“A nadie le gusta generar desperdicios alimentarios, pero es necesario ayudar a las empresas en esta labor que no es tan sencilla y que los beneficios lleguen a todas las partes”. Es necesario crear redes. Eliminar esos excedentes es también una actividad económica, una especie de “nuevo negocio” de intermediación entre quien le sobra comida y quien la necesita.
Arantza Madariaga recuerda el Anteproyecto de Ley para combatir el desperdicio de alimentos en España aprobado en octubre que contempla la donación y la obligación de todos los agentes de la cadena alimentaria deberán informar anualmente de las pérdidas alimentarias, así como del cumplimiento de sus planes de prevención. “Es un trabajo añadido por lo que es necesario que empresas como Oreka les ayuden a gestionar esos excedentes. Del reciclaje nacieron muchas oportunidades de negocio, de la gestión de excedentes alimentarios también. Para hacer bien las cosas, hay que garantizar que nadie pierda y que todos vean recompensado el esfuerzo”.
Reducir el desperdicio alimentario es una tarea difícil, y que acabamos de comenzar. Es bueno que la gente no se sienta orgullosa del desperdicio que haya podido generar. Vamos a ayudarles a poner remedio, pero vamos a hacerlo bien. Las medidas legales pueden estar muy bien, pero hay que ayudar a las empresas a gestionar con herramientas adecuadas lo que exige la ley.
La pandemia interrumpió el diagnóstico sobre la realidad del desperdicio alimentario en Euskadi. A finales de este año Elika tendrá los datos referidos a producción primeria, transformación y distribución alimentaria y el próximo año se conocerán los datos referidos a hostelería y hogares. Como fundación vela no sólo por la seguridad alimentaria porque a la alimentación además de segura “se le exige que sea saludable y sostenible”. Desde la perspectiva de la sostenibilidad, quieren lanzar mensajes de consumo responsable, recordando también que la producción de alimentos tiene que ser sostenible desde su origen. Toda la cadena alimentaria debe ser sostenible, de hecho, se habla de cadenas agroalimentarias sostenibles. Es una dimensión global que nos llega desde Europa. De la granja a la mesa. Las cosas ya no se conciben de otra manera. Circularidad intentando que el residuo final sea el mínimo tras haber hecho todos los esfuerzos de reutilización bien para alimento animal o para biocombustibles.
Los estándares de calidad también tienen que pasar por la fruta fea, entre otras cosas porque quienes la producen saben que sale fea y muy sana. “La persona consumidora tiene que saber cómo sale del árbol o la huerta el producto natural". Quizá la pedagogía va mucho más allá de decir a las criaturas que la leche no sale de un tetrabrick.
Elika como Fundación Vasca para la Seguridad Agroalimentaria no comparte algunas iniciativas como las que colocan neveras en la vía pública, sin que nadie vele por garantizar la seguridad y la trazabilidad de los proyectos de la misma. No podemos estar de acuerdo con el concepto de comida abandonada que puede recoger cualquiera. Siempre tiene que haber una persona responsable que garantice las adecuadas condiciones de seguridad. Tenemos que asegurar una absoluta trazabilidad del alimento".
Siempre ha habido donaciones hechas de buena fe, pero debemos asegurarnos que se hagan con las debidas condiciones higiénico sanitarias para prevenir posibles problemas a donantes y personas receptoras. No sería bueno que, para solucionar un problema, se creen otros.
Hacer las cosas bien y crear empresas que lo hagan posible.