Ciencia, semilla transformadora
La pandemia de Covid ha puesto a la ciencia en el escaparate. Es parte esencial de la agenda pública de los países desarrollados. “Puede ser acordarse de Santa Bárbara cuando truena, pero creo que no” decía Pedro Miguel Etxenike al comienzo de su intervención en el curso “Construyendo el futuro de Euskadi desde la investigación y la innovación”.
Nos hemos encontrado en situaciones reminiscentes de tiempos pasados, pero por primera vez en la historia tenemos los medios necesarios para enfrentarnos a una pandemia global. ”La ciencia es la gran esperanza de la humanidad porque ha actuado como semilla transformadora no sólo en la producción de resultados sino incidiendo en aspectos culturales y contribuyendo a un espíritu crítico que posibilite a la sociedad tomar sus propias decisiones”.
Si en algo la ciencia es decisiva siendo su misión más noble es mejorar la vida de las personas. Parafraseando a Chesterton decía que “no hay duda, lo más poético, más poético que las flores y que las estrellas es no enfermar.” El siglo XX es el siglo del triunfo de la ciencia y la tecnología; de la aplicación del conocimiento humano a reducir su dependencia del entorno natural y aliviar el sufrimiento de las personas. La vida humana se ha hecho más agradable, más plena y más larga, más humana gracias a los logros de la ciencia y la tecnología. La ciencia ha ejercido una función humanizadora de la sociedad.
No quiso obviar Pedro Miguel Etxenike la capacidad de la ciencia de decir cosas a la imaginación. La ciencia es una aventura intelectual, una aventura humana que, en los últimos años, ha cambiado la concepción del mundo en el que vivimos y de nosotros mismos. Sin desperdiciar otras contribuciones, el edificio conceptual de la vida moderna es la obra colectiva cultural más importante de la humanidad.
La ciencia es cultura, ha cambiado la forma en la que nos comunicamos, nos relacionamos, la forma en la que producimos energía, pero sobre todo ha cambiado sobre todo la forma en la que pensamos y creamos.
Etxenike subrayó tres avances de la ciencia del S. XX decisivos para la vacuna Covid-19: Átomo, Bit y Gen (materia, complejidad y vida). Entendimos que toda la materia está hecha de átomos. La física cuántica ha sido la gran revolución cultural del S. XX; aun no conocemos las consecuencias de la segunda revolución cuántica. El Bit, la información ha traído grandes innovaciones como la IA (Inteligencia Artificial) y ponía como ejemplo el programa AlphaGo programa informático que aprende a jugar al ajedrez sólo y derrota a anteriores programas que a su vez derrotaron a Kasparov.
El Gen, es la vida es leer el Genoma. “Si queréis vivir 560 años tenéis que seguir tres normas ensayadas con las moscas y cuyos resultados fueron publicados por la revista Science: comer poquísimo (literalmente estar siempre muertos de hambre) pasar mucho frio y eliminar las gónadas y células sexuales. No sé si iba a funcionar, pero seguro que la vida nos iba a resultar mucho más larga.
Pero ahora, recordaba Etxenike se puede no sólo leer sino escribir el genoma, y alargar la vida puede no ser ciencia ficción sin cumplir esos requisitos tan duros. Pero, la terapia génica presenta graves problemas. ¿Es lícito modificar el genoma para evitar el sufrimiento de la persona?... ¿para mejorarla o para que tenga hijos más listos?.
La ciencia es progreso, pero no es algo que se improvisa cuando llega una pandemia con una inversión puntual. Es un esfuerzo colectivo a largo plazo. Nos apoyamos en descubrimientos anteriores. Así hemos llegado al ARN mensajero que tan fundamental ha sido para la vacuna.
Pero advertía Etxenike que el progreso no está garantizado. Para que continúe necesita del apoyo cultivado de la sociedad, exige continuidad en las acciones.
La vacuna ha sido posible a una extraordinaria colaboración científica internacional y una colaboración estratégica público-privada. Desde la secuenciación del virus por el virólogo chino Zhang Yongzhen que lo manda desobedeciendo a sus superiores y el 11 de enero lo recoge Uğur Şahin en BioNTech. El y Özlem Türeci, su mujer, ambos emigrantes de origen turco (y lo subrayó por los supremacistas) obtienen una vacuna que en 105 días se inyecta a la primera persona voluntaria y 200 días después se extiende a la población. ”La suma de esfuerzos es mucho mejor que andar solos”.
Creatividad en la actividad científica.
Para mantener la creatividad en la actividad científica es esencial una cooperación amigable con la administración y que ésta y sus responsables entiendan los intangibles que vertebran la actividad investigadora. No es lo mismo invertir en cementos que en articular el funcionamiento de un laboratorio de elite “La misma ley para el buey y para el león, es opresión” es necesario dejar un margen de creatividad para la ciencia. Es importante y además más rentable. “Es la sublime utilidad de la ciencia inútil”.
Etxenike exponía el crecimiento exponencial de la ciencia. “El genoma humano hoy se hace en 20 minutos y cuesta 100 dólares, pero se tardó 500 semanas en realizarlo y costó 2.000 millones de dólares”. Las fronteras de la ignorancia suben y tenemos que estar preparados para atacarla. La ciencia tiene que ir creando equipos de hombres y mujeres del renacimiento.
EL anclaje estratégico de la ciencia, el arraigo geográfico. La ciencia es internacional, pero florece en entornos concretos. La proximidad y las relaciones diarias generan atmosferas de creatividad. La única manera de hacer ciencia bien, es hacerla con los que la hacen bien. “O los traemos o vamos donde ellos” Creatividad-linajes- excelencia geográfica.
No eludía Pedro Miguel Etxenike la tentación que podemos tener tras la pandemia en centrarnos únicamente en la ciencia médica aplicada. No sabemos lo que nos va a venir, tenemos que estar armados para los cambios futuros. Las investigaciones básicas que parecían totalmente inútiles han producido los mayores descubrimientos en medicina y han nacido del desarrollo de la curiosidad en cuestiones de física, química y biología aparentemente no relacionadas con un problema médico específico.
La investigación básica necesita de financiación pública, pero tiene que ser una investigación excelente, sea el campo que sea. Es necesaria para la docencia, provoca un vivero de ideas que redunda en el sistema productivo.
Señas de Identidad.
Un país que se precie al igual que tiene una orquesta o una filmoteca tiene que tener centros de investigación. Un país que se preocupa de lo que ocurre en las fronteras del conocimiento crea un clima de creatividad, de excelencia en el tratamiento del resto de los problemas que afecta por ósmosis a las otras actividades
La investigación tiene que seguir un desarrollo armónico. La investigación básica, la aplicada, la empresa y la política que debe de ser del Gobierno Vasco no de departamentos aislados.
Recordando de nuevo a Sahin, cuando se descubra la historia de la vacuna, la innovación, la creatividad, el producto, no es algo lineal sino algo mucho más sinuoso. Por eso las empresas tienen que invertir en su presente y en el futuro. Los gobiernos en el futuro, en inversiones de alto riesgo para la industria del futuro. No hay recetas, pero para llegar al éxito hay que aceptar perspectivas de largo plazo; diversidad en los enfoques; tolerancia con los errores y libertad para equivocarse. No es posible planificar los desarrollos que van a tener éxito.
Pedro Miguel Etxenike subrayaba la importancia de comunicar a la sociedad. La comunicación pública basada en la ciencia ha sido decisiva en la lucha contra la pandemia. Tenemos un deber especial de comunicar y desarrollar una cultura científica en una sociedad que será más libre.
Transmitir los contenidos de la ciencia no es fácil y decir que la ciencia rectifique no es un fracaso sino un éxito. Mirando a futuro Etxenike miraba al pasado. “Una nación que estime la tarea investigadora y reconozca la importancia de preocuparse de problemas existentes en las fronteras del conocimiento, crea un clima de crítica y creatividad que afecta a muchas de sus otras actividades” Frase del programa de gobierno del primer Gobierno Vasco de 1980”.
Mirando a futuro los problemas que nos esperan como humanidad son grandes: la energía, la salud, la alimentación, el agua, el equilibrio con el entorno natural, la desigualdad o la intolerancia. Todo esto no se solucionará con menos ciencia sino con más educación y más ciencia. Pero no todo es ciencia. Siendo la gran proeza de la humanidad no está al margen de la crítica y tiene que responder a preguntas. Además de ciencia hay otras ramas del conocimiento, de las humanidades que nos ayudarán a elegir bien. Recordaba la frase de T.S. Eliot ¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en el conocimiento, dónde está el conocimiento que hemos perdido en la información? Pedro Miguel Etxenike la completaba con otra pregunta ¿dónde está la información que hemos perdido en Internet?.
“El triunfo de la ciencia y la tecnología no ha ido acompañado por un triunfo ético equivalente” Incidía en lo de equivalente porque ha mejorado a pesar de las burradas que estamos viendo como humanidad. Lo ético es mucho más difícil de medir que lo material. Es necesario que las otras ramas de las humanidades nos ayuden a aumentar en sabiduría.
Dirigiéndose a los científicos y jóvenes de la sala diciéndoles que “tenemos el privilegio de ser científicos, de entender la belleza de la naturaleza y de poder aportar con nuestro conocimiento al objetivo más noble de la vida que es mejorar la vida de las personas. Los físicos además tenemos más suerte. Recordaba la frase del novelista Aldous Huxley “incluso si pudiese ser Shakespeare elegiría ser Faraday”.
La ciencia es una semilla transformadora de conceptos, de resultados que produce pensamiento crítico. Debe ser cuidada incluso en los momentos muy difíciles. El Gobierno vasco lo hizo en 2008, España no y provocó mucho sufrimiento entre los investigadores.
Ninguna tribu, por atrasada que sea, se come las semillas en época de hambruna.