Europa es la única gran economía que prioriza una transformación sistémica y cualitativa de la energía
El economista ambiental y asesor del Ministerio de Transición Ecológica, Antxon Olabe, partiendo de la constatación de la importancia de la lucha contra el cambio climático y el apoyo a la transición energética, ha descrito el panorama estatal y europeo en cuanto a la transición energética. Recalca que Europa tiene un papel crucial en ese camino, ya que ha venido liderando ese proceso ecologista y va a seguir constituyendo un ejemplo a nivel mundial, sin el cual, según el también coordinador del Plan español, es imposible que otras potencias puedan tener una transformación.
La articulación de la transición ecológica se ha ido materializando en marcos normativos legales para los Estados miembros y, en ese marco de compromiso con el medio ambiente, Olabe ha recordado el «paquete integral y sistemático» puesto en marcha por el gobierno español. Son cinco los elementos centrales de la transición energética del país.
Primero, tenemos el anteproyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Ecológica (LCCTE), que servirá de paraguas normativo para conseguir una transición energética en las décadas venideras.
Segundo, está el Plan Nacional Integral de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030, entregado en febrero en la Comisión Europea y que consiste en la planificación de la transformación del sistema energético estatal. Cada país de los 28 Estados ha creado uno propio y el de España ha sido el mejor valorado por Europa. Consiste en movilizar una inversión de 236 mil millones en la próxima década para las siguientes bases: la descarbonización de la economía, una reducción ambiciosa de emisiones de gases de efecto invernadero, una penetración de las energías renovables del % 42 (contra un 17 % actual), eficiencia energética superior a la prevista por la Comisión, creación de cinco millones de vehículos eléctricos… Gracias a este plan, se prevé, para el año 2030, disminuir la dependencia energética de España en un 15 %, pasando del 74 % actual al 59 %. Esa reducción se dará con el aumento de las energías renovables, la reducción del petróleo, la desaparición del carbón y la disminución de la energía nuclear de manera ordenada y solvente entre 2025-2030.
Para ello, el tercer elemento, la estrategia de descarbonización de la economía a largo plazo, tiene como objetivo inicial la neutralidad climática del país, lo cual significa tener que reducir el 90 % de las emisiones de gases de efecto invernadero. En ese proceso, que Olabe lo considera como el proceso más significativo desde la revolución industrial, hay que llevar a cabo una transformación sistémica que afecte a todos los sectores de la economía y de las finanzas, carbonizando el sector eléctrico, la industria, la agricultura, el transporte y la movilidad. No obstante, es primordial que se consigan elementos transversales como el empoderamiento de la sociedad, la formación y la concienciación, para que así la sociedad haga suyo ese proceso. Ha recalcado que la transformación se dará si hay una mayoría social, puesto que «es un proceso político en el buen sentido de la palabra».
Para Antxon Olabe la economía circular constituye también un elemento primordial a tener en cuenta. Cuando se plantea una mitigación de la carbonización, hay que prever que la descarbonización es más difícil en los últimos tramos del proceso. Ahí es donde es tan importante la economía circular, ya que posibilita una reutilización mayor, alargar la vida útil de los objetos y tiene el resultado de generar menos residuos y menos emisiones.
Además, el objetivo es tratar de vincular la transición con la creación del empleo. En la Unión ya existen un millón y medio de puestos de trabajo en relación con esto y cuatro millones ligados a la economía verde.
El cuarto fundamento es la estrategia de transición justa, para que, desde las políticas públicas, las comunidades afectadas por la transformación tengan oportunidades de desarrollo y herramientas para el empleo y no haya así ningún sector social desamparado. En ese proceso el Gobierno ha logrado acuerdos con los sindicatos de la minoría y Antxon Olabe presume de que España sea ejemplo de buenas prácticas en la transición justa para otros países en situación similar.
El quinto elemento es la estrategia contra la pobreza energética, con vistas a proteger las familias con hogares de mayor vulnerabilidad.
Antxon Olabe ha terminado diciendo que el marco estatal y europeo son extraordinariamente favorables para el cambio. Considera que Europa es la única gran economía que prioriza una transformación sistémica y cualitativa, un macrocambio que se articula en subsectores diferentes. Señala que la transición es posible ya que Europa ha llevado ya a cabo un crecimiento económico y una reducción de emisiones simultáneamente. Hay un consenso general en la Unión entre los países que han acordado posibilitar la transición. Así, una potencia económica a nivel mundial pone en el frontispicio la transición energética para que las peticiones de la ciencia del clima se transformen en decisiones políticas.
Olabe admite que «estamos en un momento especialmente delicado y hay que movilizar los Estados miembros para que 1,5-2 grados sea el máximo incremento de la temperatura. Todo esfuerzo a nivel local y estatal es necesario». Además, ha recordado que esto es un problema de alcance global y es necesaria la colaboración con las demás potencias aún más contaminantes. Europa es un modelo a seguir, pero eso se tiene que trasladar a las otras potencias, ya que Europa supone solo el 10 % de las emisiones. Aún hay mucho que hacer para acercarnos a los objetivos mundiales del Acuerdo de París, para posibilitar la preservación del sistema climático; «aunque ya se haya alterado el clima, podemos hacer que la alteración no sea grave».