El lenguaje puede dar pistas en el diagnóstico de TEA
Las personas con TEA se refugian en la rutina La prevalencia del Trastorno del Espectro Autista (TEA) es de 4 hombres por 1 mujer, pero esta cifra no refleja la realidad porque es más difícil diagnosticar a las mujeres. Lo han dicho las psicólogas de Gautena Irma Isasa, (Responsable del Equipo Clínico) y Andere Altxu en su intervención en el curso de verano “Trastornos del Espectro Autista (TEA): una visión integral de perfiles y apoyos”.
La doctora Irma Isasa ha explicado que dentro del abanico TEA se agrupan diferentes manifestaciones de trastornos de comportamiento y de discapacidad intelectual. El nivel 3 es el que está más afectado intelectualmente y necesita más apoyos. El nivel 1 es el que tiene mayor desarrollo cognitivo.
No hay dos personas con TEA iguales pero sí comparten los síntomas en mayor o menor grado. Y es este grado precisamente el que dificulta muchas veces su diagnóstico y tratamiento. En las niñas es más difícil identificar los síntomas porque tienen más capacidad que los niños en camuflarlos. “Son más actrices, tienen mayor sensibilidad y capacidad de interactuar con el otro”. Que sean capaces de camuflarlas no quiere decir que desaparezca el TEA. Según va desarrollándose la niña va a tener que enfrentarse a situaciones cada vez más difíciles, lo que le requerirá mayor esfuerzo. “El coste suele ser muy alto, a menudo acaban en depresión”.
Uno de los síntomas que indican la posibilidad de que el niño o la niña tenga un problema en su desarrollo cognitivo es el lenguaje. Puede que haya un retraso y no diga ni una palabra y se enciendan las alarmas o, por el contrario (y esto despista a los padres) tenga un desarrollo superior a los de su edad.
Según va creciendo e interactuando socialmente es donde el lenguaje revela que hay un problema. Una persona con TEA usa el lenguaje de manera literal, gramaticalmente perfecto pero no sabe leer entre líneas, no capta los dobles sentidos, ni detecta el humor o la ironía en la conversación. “Más que conversación podemos hablar de monólogo. Parecen grandes expertos en la materia, desarrollan un tema en profundidad pero no dan oportunidad a la respuesta, al feedback”. No saben interactuar: no es que sean egoístas, es que no se dan cuenta” ha explicado Irma Isasa.
Esta literalidad en el lenguaje la llevan a sus experiencias vitales. No tienen malicia, no saben engañar ni entienden qué es un engaño lo que les lleva a más de una situación de riesgo. Sobre todo a las niñas y adolescentes, tal como ha explicado Andere Altxu. “Llevadas por su necesidad de aceptación por el grupo caen en manos de personas que pueden querer burlarse de ellas o, incluso abusar sexualmente”. La psicóloga ha subrayado la alta incidencia de abusos sexuales en niñas y mujeres con TEA. “Hay que enseñarles a decir no. Que no es no. Y con lo metódicas que pueden llegar a ser, si se les enseña conseguiremos que ellas mismas se enfrenten al abusador”.
Porque como han explicado las psicólogas, las personas con TEA se refugian en la rutina. Les cuesta organizarse y sufren mucha ansiedad ante situaciones que no pueden controlar. Aunque tengan una alta capacidad intelectual pueden verse alteradas en situaciones tan corrientes como hacer la compra en un supermercado.
Para ilustrar la dificultad que las personas con TEA tienen para interpretar los mensajes la doctora Isasa ha proyectado una imagen de un hombre encapuchado forzando una cerradura. “Lo que nos parece obvio a nosotros, un ladrón intentando entrar en una casa para una persona afectada con TEA lo interpreta como un hombre abriendo una puerta. Si se le pregunta por la capucha contestará diciendo que hace frío y se ha cubierto”.
Para concluir ambas psicólogas han incidido en la importancia de empoderar a las familias para que puedan apoyar a sus familiares con TEA, porque como ellas reconocen “nosotras en la consulta les podemos dar unas pautas, unas estrategias para que convivir en sociedad sea una experiencia lo menos traumática posible, pero no olvidemos que ellos están las 24 horas”.