“Lo mejor para las víctimas es no ser víctimas”
Más que alegrarse por la detención de un delincuente, hay que centrarse en otros resultados como es el descenso en el número de víctimas.
Es posible reducir la victimización violenta en más de un 50% porque tenemos el conocimiento suficiente, que nos aporta el compendio de múltiples experiencias de todo el mundo, en donde se han aplicado otras medidas para atajar las causas de la violencia. Por ejemplo, incidir en las rutinas y estilo de vida de los jóvenes, adaptar la educación en las escuelas para evitar la violencia contra las mujeres, o combinar la actuación policial con la de los departamentos de servicios sociales.
Irvin Waller, profesor emérito del departamento de criminología de la Universidad de Ottawa, participaba en el 17 Simposio Internacional de Victimología en donde presentaba su última publicación: “Ciencia y Secretos para acabar con el crimen violento”, en donde se recogen las experiencias llevadas a cabo en ciudades como Bogotá o Glasgow que ratifican los éxitos en la planificación de la prevención.
La publicación intenta convencer a las autoridades políticas para un cambio de la política de represión a una de prevención de la seguridad comunitaria. “El sistema de reacción punitiva no es tan eficaz, en USA muy ineficaz además de racista. Sería necesario un cambio en el sistema actual de represión por uno de minoración de los daños”. Irvin Waller también contempla las posibilidades del e-marketing teniendo en cuenta “las exitosas experiencias” como las del grupo de presión social Black Lives Matter en Estados Unidos. Irvin Waller ha escrito este libro respondiendo a dos objetivos de Naciones Unidas (ODS). El número 16, que habla de promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para todos y construir a todos los niveles instituciones eficaces e inclusivas, y el 5, para lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y las niñas.
“La prevención se tiene que dar a dos niveles. El primero pasa por la reducción de la pobreza, la disminución de las desigualdades por género o raza o una mejor educación. Waller ponía un dato: entre las ciudades más pobladas como Toronto o Chicago se experimentan realidades muy diferentes. Toronto con un sistema de servicios sociales parecido a las ciudades europeas y Chicago con una gran concentración de pobreza y de policías. Chicago contabilizaba 800 homicidios, Toronto 80".
El segundo nivel de prevención pasa por contemplar los “factores de riesgo” individualizados. Personas que han nacido en un ambiente de malos, en pobreza y/o con fracaso escolar. Estos factores que se pueden atajar focalizando ayudas personales que puedan encender esperanza en su proyecto de vida, con una formación que les permita, por ejemplo, un empleo y unos ingresos económicos dignos. Irvin Waller destacaba dos factores que pueden disminuir el riesgo como es la de tener una relación estable de pareja y la edad. Las más conflictivas son entre los 15 y los 25/27 años.
La defensa de las víctimas.
“El sistema penal, quizá con la excepción de Francia, se basa en el Estado contra el victimario, mientras la víctima puede ser un mero testigo sufriendo una victimización secundaria y siendo utilizada por el Estado para determinar la culpabilidad del agresor". La excepción de Francia puede basarse, no en leyes muy diferentes a los países de su entorno, sino a que desde hace 40 años, la víctima cuenta con una ayuda económica para su defensa ante los tribunales y se incentiva la “reparación del daño”.
En el sistema penal de Estados Unidos y de muchos países no se persigue como meta la prevención, cuyos resultados “son poco conocidos, menos utilizados, pero muy efectivos". “El sistema policial, el carcelero, son sistemas muy consolidados y anclados en viejas ideas que dan la impresión, gracias también a los medios de comunicación, de ser eficaces contra la delincuencia, pero no es cierto que se reduzca el número de víctimas”, decía Irvin Waller.
En la resolución de la ONU sobre los derechos de las víctimas - de la que Irvin Waller es mentor - hay dos menciones específicas. Una de ellas hace referencia a su reparación y su derecho a participar en el proceso, pero en otra habla de la prevención de la victimización. "Lo mejor para las víctimas es no ser víctimas. Por eso es necesario un cambio de visión política y actuar antes de que el victimario sea precisamente victimario". Un cambio de visión terriblemente efectivo. “Se puede ayudar, pero no mucho en la recuperación tras un trauma postraumático de la víctima. Por eso es fundamental invertir en la prevención del delito”.
El ejemplo de Bogotá recogido en su último libro resulta muy significativo. Una ciudad donde se da un alto grado de violencia en los barrios. En 1992 el alcalde creó un centro de diagnóstico de la violencia y de propuestas de solución. Se detectaron problemas de alcohol y armas. La oficina trabajó durante 10 años con mandatos de tres alcaldes, ideológicamente distintos, y la violencia bajó en un 50% comparativamente con el resto del país.
En 2005 un alto mando de la policía de Glasgow, viendo esos resultados, trasladó el esquema a la ciudad británica. La política de diagnóstico y propuesta de acciones concretas se adaptaron a otras circunstancias: alcohol sí y jóvenes sin empleo tras un fracaso escolar. Las acciones fueron distintas pero los efectos beneficiosos fueron aún más rápidos. 2 años de planificación, 3 de acciones concretas y una reducción del 50% de homicidios. El éxito llevó al alcalde de Londres a importar el modelo y de momento está obteniendo buenos resultados.
Para Irvin Waller más que alegrarse por la detención de un delincuente, hay que centrarse en otros resultados como es el descenso en el número de víctimas.