Mujeres, víctimas ideales. Intimidad, medios de comunicación y operadores jurídicos
Izaskun Porres “Necesitamos resoluciones judiciales que sean contundentes con las conductas de los agresores, que no sean descafeinadas… que sean en definitiva, VALIENTES, COMO LAS VÍCTIMAS”
Comienzo pidiendo perdón a las victimas de violencia de género porque sólo parto de la empatía. De mi empatía, que puede ser que no sea correcta.
La experiencia profesional te lleva a preguntarte si el coste de oportunidad de denunciar este tipo de hechos merece la pena. La carta abierta de una mujer que ha sufrido - según una sentencia no firme - la violencia machista, dice que sí, nos anima a que ante cualquier situación machista, denunciemos.
Así que doy un giro a mis dudas y las convierto en un acto de fe y mantengo: merece la pena denunciar.
Ahora bien, comienzo criticando el sistema. Y comienzo con una alabanza. Hemos evolucionado, pero, ¿es suficiente?, ¿alguna vez será suficiente?
El sistema adversarial otorga la oportunidad a los operadores jurídicos de cuestionar durante el procedimiento los hechos que refiere la víctima. El sistema socio-cultural permite el cuestionamiento público de las actuaciones de la víctima. Y sin embargo, ayer, nos dijeron que merece la pena.
Tenemos víctimas valientes que han salido de la espiral de la violencia personal y denuncian. Tenemos una ley contra la violencia de género y tenemos políticas públicas - muy escasas - que pretenden ayudar a las víctimas. Pero sobre todo tenemos profesionales, abogados, psicólogos, trabajadores sociales, jueces, fiscales, ¿criminólogos?, ¿victimólogos? que, con muy escasos recursos, intentan acompañar a la víctima en esa nueva espiral sin definir en la que se deslizan al interponer la denuncia.
Así a priori, parece que lo tenemos todo, que al menos algo se ha hecho bien. Sin embargo, no resulta suficiente.
Cuando esa mujer valiente denuncia se pone en marcha la maquinaria jurídico-social que resulta imparable. ¿quién acompaña a esa víctima por su nuevo periplo? ¿qué medios tiene a su alcance? ¿quién protege a las víctimas? Y sobre todo y en lo que me quiero centrar en esta ocasión es ¿quién prepara a la víctima para leer resoluciones judiciales que en vez de poner el foco en la conducta del agresor, la ponen en la suya? Nadie.
La sentencia, aunque sea condenatoria no es el final, es el principio de algo que hasta la fecha no se ha tenido en cuenta.
Las resoluciones judiciales así como las actuaciones de los medios de comunicación lanzan mensajes importantísimos.¿Animan o desaniman a denunciar?
Si lo tenemos todo - víctimas valientes que denuncian, leyes en contra la violencia, estatuto de la víctima y operadores jurídicos y sociales comprometidos - ¿qué está fallando?
El mensaje.
Y el primer fallo está en mi propia exposición “víctima valiente” ¿Tienen que ser las víctimas valientes?, ¿Valientes para qué? ¿Para denunciar? Pues sí. Deben ser valientes porque los últimos actos machistas han puesto de manifiesto que hoy en día a la mujer se le va a exigir, además, un comportamiento ideal, antes, durante y después de la denuncia, y ya llegando más lejos… mientras está siendo objeto del delito.
¿qué te has besado antes de ser victima con otro hombre?, ¿qué durante los hechos no has dicho ni sí ni no ni todo lo contrario? Tu dices que no has disfrutado - pero el mensaje que me permito lanzar sin - argumento jurídico alguno, porque no lo hay - es que en “mi opinión togada” sí has disfrutado. ¿qué sigues tu vida y viajas? Mal, ¿qué publicas en Facebook?, mal.
Así que ¿realmente hemos avanzado algo? Creo que el inconsciente colectivo sigue igual.
Llegados a este punto creo que se hace necesario introducir como herramienta contra la violencia de género los mensajes judiciales y los mensajes sociales. Necesitamos mensajes judiciales que sean contundentes, que incidan en la conducta del agresor y no en la de la víctima, que contextualicen con perspectiva de género los espacios en los que se llevan a cabo estos hechos, que acepten - aunque no respeten - determinadas respuestas de la víctima mientras está siendo víctima.
Es decir, necesitamos resoluciones judiciales que sean contundentes con las conductas de los agresores, que no sean descafeinadas… que sean en definitiva, VALIENTES, COMO LAS VÍCTIMAS.
Estas resoluciones judiciales valientes sólo se pueden conseguir con más medios económicos, ayudando a los operadores jurídicos a realizar su trabajo de forma pausada, conforme a las necesidades de las víctimas.
Por lo tanto, tenemos todo, pero nos falta profundizar en la formación en violencia de género y políticas públicas adecuadamente financiadas en esta materia.