No puede resumirse la vida de una persona por su forma de morir
El abordaje y la prevención del suicidio en especial entre la juventud y las personas mayores, necesita una mirada transversal. La depresión, como uno de los detonantes, requiere que nos preguntemos qué es lo que podemos hacer para el bienestar de la persona afectada sea o no de nuestro entorno familiar.
Un médico de cabecera en los casos de las personas mayores puede detectar síntomas, Cecilia Borras, presidenta de la Asociación de Supervivientes DSAS “Después del Suicidio” de Barcelona, aportaba datos de un estudio que comprobó que alrededor de un 40% de las personas que se suicidaron habían acudido durante los días previos al médico de cabecera. “Habían buscado cierta ayuda. A muy pocos se les brindó un apoyo desde el área de salud mental”. “Necesitamos la actuación de la atención primaria que no precisa de derivaciones complicadas. Pero en el caso de los jóvenes hay que tener en cuenta que no acuden al centro de salud no les gusta ir al médico.
Cecilia Borras participa en una nueva edición, la quinta, que la asociación de supervivientes Biziraun organiza en los Cursos de Verano de la UPV sobre el fenómeno del suicidio.
Visto desde fuera, la situación vital de un joven adolescente con una persona con un recorrido de vida pueden parecer muy diferentes, pero son dos momentos de la vida en la que se producen cambios muy importantes. En el caso de los jóvenes se acercan a la etapa en la que hay que empezar a tomas decisiones sobre su futuro. La persona mayor, jubilada y cuyas decisiones ya no tienen tanto peso experimenta también cambios vitales.
En todo caso, “la persona que muere por suicidio ha sufrido enormemente. No es cuestión de falta de valor ni puede resumirse la vida de una persona por su forma de morir”.
El suicidio es una de las más dolorosas. Implica un malestar personal que no podemos gestionar y una valoración social muy crítica que aumenta mucho más el estigma y el dolor de las personas allegadas. La crítica social les impide a los supervivientes llevar su duelo. Cecilia Borras ha escuchado que el entonro de algunos supervivientes les decían: "no le llores porque no se lo merece”. Ese castigo que se infringe a la persona fallecida origina con dolor añadido porque “no nos autorizan ni a llorar”. Hay muchos condicionamientos sociales que hacen el proceso de duelo aún más difícil.
Las personas supervivientes pasan muchos años buscando respuestas, pero se enfrentan a una de las situaciones más incontestables que suponen un desafío a la lógica. Esa situación te devuelve a tu ser querido como un extraño. Es lógico hacerse muchas preguntas, pero al final sabes que no hay respuestas. Tienes que aceptar la muerte y aceptar también la no respuesta a un ¿por qué?.
“Yo no sé cómo voy a vivir sin mi hijo, me decía una madre. Pero se trata de vivir sin la presencia física del hijo. El duelo te tiene que ayudar a integrar a esa persona de una forma diferente”. Cecilia Borras no se ha despedido de su hijo. Le dice hola de forma diferente. La muerte no ha podido acabar con ese vínculo de amor y complicidad. “Es normal que hablemos con los seres no presentes y no es síntoma de nada patológico. Estamos encontrando una forma de reintegrar la pérdida”.
Hay que hablar del suicidio en los medios de comunicación, es la única herramienta que tenemos de sensibilización social. Nunca piensas que te va a pasar hasta que te pasa. ¿Cómo? La OMS ya advirtió a los medios que el denominado efecto contagio, se produce si se habla del método del suicidio. Se puede hablar de un suicidio, pero sin dar detalles del método utilizado para suicidarse y adjuntando además las medidas de apoyo para personas que puedan estar en una situación de vulnerabilidad.
Las asociaciones de supervivientes han solicitado presentar ante la fiscalía, ciertas páginas en la red que contienen invitaciones implícitas al suicidio. El problema es que en cuanto las cierran publican la misma información a través de otro servidor. Facebook, Twitter o Google están poniendo cortafuegos cuando detectan una búsqueda de este tipo de páginas salten otras centradas en ayudas y medidas de prevención del suicidio.
Es recomendable también hablar del suicidio en los círculos familiares y sociales. Hay un estudio que señala que cuando en una conversación aparece la palabra “suicidio”, la gente calla y cambia de tema.
No hay que menospreciar nunca ningún pequeño síntoma de depresión en una persona porque si no está convenientemente tratada psicológica y farmacológicamente es un claro factor de riesgo. En ocasiones son meras verbalizaciones como “no puedo más… no vale la pena seguir luchando… me siento como una carga… o no valgo para nada ni para nadie…son frases que se dejan caer y que hay que saber recoger y no neutralizar y apartar como hacemos “tenemos miedo a adentrarnos en ese dolor emocional. Si nosotros cortamos la conversación la persona no va a volver a repetir sus expresiones de dolor”
En otros tiempos el confesionario de la iglesia aportaba un grado de confidencialidad que hacía más fácil hablar. “La gente necesita hablar, por muchas redes sociales en la que esté metida. Hablar a una persona que escuche. El teléfono de prevención del suicidio en Barcelona ha recibido 1.800 llamadas, el 26% de gente joven. En estas edades las dificultades vitales se hacen más importantes.”
Cecilia Borras en este sentido subrayaba también la importancia del lenguaje no oral. “El silencio también es comunicación y el lenguaje no verbal es muy, muy importante”