Tecnología de geolocalización de personas sí, si somos capaces de gestionar la información que nos va a proporcionar
Iñigo de Miguel, investigador distinguido de la UPV/EHU y profesor de investigación de Ikerbasque dirige el curso COVID19: problemas éticos, jurídicos y sociales. Haciendo un repaso de lo que hemos vivido en los 3 últimos meses decía que empezando por las propias indicaciones de la OMS o de los virólogos “Evidentemente algo salió mal porque las previsiones que se hicieron en un momento no han casado con la realidad. Sí es cierto que tampoco ha habido una unanimidad en la comunidad científica.
Creo que es importante incidir en cuándo han ido cambiando de opinión porque no es lo mismo afirmar algo a finales de enero que a finales de febrero”. El problema que han tenido muchos expertos es que su experiencia les ha creado muchos sesgos. Conocían modelos del pasado, conocían algunas patologías que parecían muy amenazadoras y luego no lo fueron tanto. Eso creo que les ha condicionado.
Respecto a la OMS, si creo que ha habido cuestiones que a posteriori parecen fallos que podrían haberse evitado. El impacto de la patología no se calculó bien. No se evaluaron las tasas de contagio. Viéndolo desde fuera, quizá tendríamos que haber tenido más información sobre las autopsias de China, por ejemplo. Es difícil valorar el porqué han sucedido estas cosas, de ahí que haya que analizar lo ocurrido para mejorar a un futuro. Es cierto que necesitamos de una vigilancia internacional mucho mejor de la que hemos tenido.
China probablemente escondió información, pero muchos países han ocultado cosas o al menos no han sido totalmente transparentes. Sigue ocurriendo a día de hoy y entre países que se supone democráticos y transparentes. Seguimos con problemas para acceder a los datos y ese es uno de los grandes problemas. No tener datos que ilustren el proceso y sin buenos datos no se puede hacer prácticamente nada
Elaborar una vacuna es un proceso muy complejo. Necesita de ensayos clínicos que pasan varias fases y aprobaciones correspondientes. No es tan fácil acelerarlo. El problema es la enorme presión a la que se está sometiendo la comunidad científica pero la ciencia necesita sus tiempos si quiere hacer bien las cosas. Y además tenemos las expectativas muy elevadas. No podemos pedir a los virólogos que nos consigan en un tiempo record lo que ni siquiera sabemos si se puede conseguir. De hecho, hay muchas enfermedades para las que aun no hay vacuna.
Iñigo de Miguel, que forma parte del proyecto europeo de investigación Panelfit en relación a la experimentación con seres humanos por parte de dos laboratorios hacía la pregunta en alto: ¿es aceptable infectar a personas que están sanas?
Cualquier desarrollo de un medicamente siempre implica en un momento dado arriesgar la vida de personas sanas, pero no es mucha la distancia que hay entre experimentar un medicamento o experimentar una vacuna con personas sanas. La cuestión es ver las condiciones en las que se lleva el proceso. El problema es que ni siquiera sabemos lo suficiente del virus para extrapolar los resultados de las primeras vacunas. Una vacuna puede funcionar especialmente bien en una persona joven de 24 años (fase 1 de las pruebas) pero que no nos diga gran cosa para otra de 65- 70 años. Hay que explorar con calma. Estamos yendo muy rápido
En defensa de la Salud Pública con mayúsculas que ahora se defiende Iñigo de Miguel, decía que, a día de hoy, una estrategia ante este tipo de pandemias no se puede hacer en un contexto que no sea totalmente global. Lo ideal es atacar el origen cualquier brote, luego como hemos visto se complican las cosas. También llega la hora de pagar la factura del sistema de vigilancia internacional que sea eficiente, y puede resultar muy caro.
Una labor que tendría que hacer en principio la OMS, otra cosa es que con su estructura actual y su manera de funcionar lo pueda hacer. Es una de las cosas que tenemos que analizar. La cuestión es que haya un organismo que coordine la respuesta de todos los países. Es necesario crear un mecanismo que aceptemos todos. Si es la OMS, ver como la adecuamos; si no, crear un mecanismo alternativo.
En referencia a los problemas de falta de claridad en los mensajes que recibe la ciudadanía Iñigo de Miguel partía de un error de diseño del escenario. Sin datos fiables es muy complicado. Una buena comunicación se basa en la veracidad del mensaje. Si no lo es puede ser por una intencionalidad clara de enmascarar una realidad o porque no tengas una buena fotografía de la realidad. Probablemente es lo que le ha ocurrido a la OMS. Llegaban mensajes contradictorios. No sabíamos el grado de inmunidad de las personas que habían superado la enfermedad, si existía la posibilidad de volver a contagiarse, no sabíamos si las personas asintomáticas contagiaban. Tampoco sabíamos las cifras y tasas de contagios de China. A la OMS le faltaron muchos datos. Otra cosa es que se pueda discutir algunas actuaciones como la declaración de la pandemia ¿se hizo demasiado tarde? o sobre las recomendaciones que lanzó. Iñigo de Miguel augura una enorme polémica por el uso de las mascarillas, sobre las restricciones sobre el movimiento, o sobre el no cierre de espacios aéreos antes. Son muchas las polémicas, pero hemos perdido la perspectiva histórica y estamos juzgando la historia de los hechos con la información actual, no con la que se tenía entonces. Es muy fácil opinar, pero muy difícil actuar sin tener información.
Es el problema que han tenido prácticamente todas las personas que han tenido que tomar decisiones. Hay países que lo han hecho bien, pero es difícil valorar las actuaciones. Habrá que investigar más adelante porqué se adoptaron decisiones que no fueron buenas para aprender a futuro.
La mala información puede tener consecuencias jurídicas.” En nuestro código penal sólo se persigue las informaciones que tienen como fin alterar los mercados. No creo que se consideren incluidas en algún tipo penal, en cambio, aquellas actitudes que van encaminadas a provocar un daño para la salud pública a través de la desinformación. Tampoco tengo seguro que la vía penal sea la más adecuada. Me parecen más razonables otras medidas. Habría que revisar las cosas y obligar por ejemplo a citar siempre la fuente de la información, como hacen otros países”.
Habiendo vivido de cerca la situación de los profesionales sanitarios Iñigo de Miguel la calificaba como horrorosa. Se enfrentaban por un lado con una patología desconocida hasta ahora, no han tenido tratamientos homologados, han tenido que aplicar las cosas a base de prueba-error como podían y por otra, hacerlo en una situación de escasos recursos.” Ni siquiera teníamos protocolos para que los médicos supieran gestionar esos recursos. Un médico puede aplicar un protocolo para saber si ingresar a una persona en la UCI o no, pero no elegir entre ingresar a una persona de 60 años con un ictus y otra de 50 con COVID ¿cuál de los dos tiene derecho a ese recurso escaso?”. Los profesionales de la medicina se han visto sometidos a un estrés impresionante. Muchos de ellos han vivido experiencias muy traumáticas jugando papeles que no les correspondían. Son actitudes muy laudables teniendo en cuenta que en muchas ocasiones se estaban jugando la vida. Muchos y muchas saldrán con secuelas.
Iñigo de Miguel considera que, aunque sacrifiquemos mucha privacidad un dispositivo de geolocalización puede decirnos si hemos estado cerca de una persona contagiada. Es más un indicio. Te localizará en un autobús, pero no si has estado hablando con otra persona y de qué forma. Lo lógico es que cuando se señale una proximidad te hagan pruebas para ver si te has contagiado o no. Las Apps dan pistas. Pero podemos tener datos de proximidad y luego no poder hacer las pruebas pertinentes. Entraríamos en un país neurotizado con personas en cuarentena por falsos positivos- Tecnología de geolocalización de personas sí, si vamos a ser capaces de gestionar la información que nos va a proporcionar.