La agresión rusa a Ucrania y sus consecuencias para el relanzamiento de la UE
Mariola Urrea: Deberíamos tener siempre presente que nos enfrentamos a algo más que nuestros propios intereses. Fernando Valenzuela: Putin está atacando el líquido amniótico en el que vive la UE.
Más allá de una agresión a la soberanía territorial de Ucrania, la acción representa una amenaza a la UE. Partiendo de esta base Mariola Urrea profesora de la Universidad de La Rioja articulaba su exposición en 5 puntos. Lo hacía en el curso sobre “la agresión rusa a Ucrania y sus consecuencias para el relanzamiento de la UE”.
Aunque parezca una obviedad no lo es. Estamos en guerra. No lo es en el imaginario colectivo de la ciudadanía. La guerra no es una sino una pluralidad de guerras. “Tengo la impresión de que nuestros gobernantes se centran sólo en la guerra de Rusia contra Ucrania colocándonos a los demás como Estados terceros, como observadores de esa guerra, pero hay otra guerra, la que libra Rusia contra el orden internacional liberal donde se determinan las normas del juego donde los países de la UE-incluida España-se sienten cómodas. Estamos metidos de hoz y coz en una guerra en la que no sólo se juega la soberanía de Ucrania".
Enlazaba esta idea básica con una tercera en la que Mariola Urrea consideraba que “al menos esas dos, porque hay más guerras, pero hay menos esas dos tenemos que ganarlas. Tenemos que resistir un invierno que va a ser muy complicado; Resistir, y también persuasión, es decir que la UE sea capaz de decir a quien tiene enfrente que no puede hacer lo que le viene en gana sin enfrentarse a ella.
Probablemente el final de la primera guerra Rusia-Ucrania sea un final negociado y es conveniente que sea así, pero sin precipitaciones porque ya nos alarma la inflación o el invierno sin suministro energético, Necesitamos acortar la guerra, pero ¿a qué coste? Necesitamos un acuerdo equilibrado y sostenible en el tiempo.
De ahí que Mariola Urrea enlace en el quinto punto con la debilidad de las democracias que no es más que la dependencia de los gobernantes ante sus resultados electorales. Los ciudadanos si las cosas se ponen complicadas, tienden a no renovar la confianza a quienes están tomando las decisiones por muy adecuadas que sean en ese contexto. “Esto lo saben los gobernantes y lo sabe Putin. Quizá como ciudadanos nos compete asumir una responsabilidad. Quizá excesiva para el común de los mortales, pero deberíamos tener siempre presente que nos enfrentamos a algo más que nuestros propios intereses.
Cinco reflexiones que trasladaba Mariola Urrea en otras tantas ideas con un nuevo léxico. La autonomía estratégica de UE que ya se citó en 2016 en la órbita de la seguridad y defensa, pero más ambigua que nada hasta que comenzó a tomar cuerpo con la pandemia y se relacionó con la salud, luego con la insuficiencia tecnológica respecto China (los chips o mascarillas). El concepto llegó a mutar para hablar de soberanía estratégica.
En esas llega la agresión de Rusia a Ucrania y la idea de autonomía estratégica europea vuelve a relacionarse con la seguridad y la defensa. ¿Europa se hace cargo de ello o los países europeos se diluyen en el papel de la OTAN? Para Urrea es evidente que la respuesta no se puede hacer desde el arsenal de armamentos de la UE y se necesita de la fuerza atlantista, pero “necesitamos reforzar la posición de Europa dentro de la OTAN asumiendo el compromiso de subir los presupuestos en defensa hasta el 2%”.
Hay otra manera no experimentada. “Necesitamos un esfuerzo colectivo de inversión conjunta en la OTAN porque nos dejaría margen para ahondar en la autonomía estratégica de Europa”.
En la nueva estrategia de la OTAN se califica a Rusia como país enemigo y por lo tanto es obvia la necesidad de que Europa sea un actor en el escenario geoestratégico. Parafraseando a Josep Borrel decía Europa que necesita “usar el lenguaje del poder” con capacidad de disuasión y enfrentándose al mundo real y no al que quisiera que fuera. Las decisiones que tiene que adoptar tienen que ser realistas y decirle al de enfrente que tienes la capacidad de defensa y la voluntad de usarla.
La disuasión la tendría que ejercer no entendida por su poder militar, sino que haga ver por sus estructuras de defensa quién es y qué capacidad de respuesta puede tener en determinadas circunstancias. Rusia ha percibido que no la había. Toda su política en defensa tiene que estar orientada a esta capacidad de disuasión, “No es un problema de militarización, es un problema de disuasión”.
Como cuarto punto Mariola Urrea establecía como ineludible la reforma de los Tratados de la Unión. La estructura constitucional de Europa responde a otros tiempos, no a las actuales circunstancias. Aludiendo a los sempiternos inmovilistas tanto nacionales como europeos que siempre están con el “no toca la reforma” decía “ahora sí que toca”.
En pandemia hubiésemos alterado todo el sistema de salud para unificarlo, ahora la Europa de la seguridad y defensa y toda la política exterior si queremos jugar en la geopolítica internacional.
Mariola Urrea finalizaba sus reflexiones afirmando que “es muy difícil pedir a los ciudadanos que entiendan que vamos a hacer un esfuerzo significativo en los presupuestos de defensa si previamente no les hemos educado en la necesidad de la seguridad y la defensa. En La cultura de la defensa. Una cultura que no tiene que ver con procesos de militarización sino con la idea clara de cuáles son nuestras amenazas y riesgos y cuáles nuestras capacidades de respuesta. Si no tienen noción de riesgo no van a asumir un incremente presupuestario para “hacer frente ¿frente a qué?.
Los poderes públicos durante muchos años nos han hecho creer que no había amenazas. La cultura de la defensa no se improvisa y “estamos en un momento crítico donde los Estados tienen que tomar decisiones que implican esfuerzos muy considerables en los presupuestos con una ciudadanía que no entiende la necesidad de ese esfuerzo ni las razones por la que hay que llevarlo a cabo”.
Fernando Valenzuela, que entre sus múltiples cargos detentó el de embajador de la UE en Rusia coincidió en varios aspectos fundamentales. Entre ellos en subrayar en que todos debemos ser conscientes de que estamos en guerra todos, pero se centró en la figura de Putin que concentra las causas de la actual invasión.
Putin se ha venido manejando con suficiente apoyo popular durante un tiempo en una sociedad que perdonar cierto grado de libertades a cambio de estabilidad y progreso que aportaba tras 10 años de caos en el país y apropiación salvaje de los bienes públicos por parte de ciertos oligarcas.
A su entender con los años las libertades comienzan a deteriorarse de manera ostensible y el progreso económico se estanca desde 2012. “El prestigio de Putin está muy tocado” a pesar de las encuestas. Pero aducía, la prueba está en el alto nivel de abstención en las elecciones y en el hecho de que las propias encuestas telefónicas se encuentran con cortes telefónicos en cuanto se plantea la naturaleza de la consulta.
Putin se vio obligado a una nueva acción exterior- porque el efecto de Crimea estaba ya diluido- en Ucrania, para unir a la sociedad bajo el lema nacionalista de la Gran Rusia eslava. No podía reivindicar los valores de la URSS, pero sí apelar a un pueblo eslavo que necesita de un dirigente. Putin ha recuperado las máximas de Nicolás I: autocracia, ortodoxia y nacionalidad. Ucrania entra en directo conflicto en toda esta operación ideológica porque representa el corazón del mundo eslavo. En su deriva hacia las democracias occidentales se convierte en el enemigo a ocupar.
Putin es consciente además del momento, de las distintas crisis de la UE, financiera de 2008, Covid y crisis de relación con USA en los tiempos del Trump para decidirse en su ataque.
Europa va a sufrir las consecuencias económicas y por derivación sociales” Por eso es tan importante hacer ver a la sociedad de que estamos directamente en la guerra. Cuando dentro de 6 meses la gente esté mal no va a encontrar suficientes razones para defender a los ucranianos. Hay que hacerles ver que te están atacando directamente a ti, no sólo a los ucranianos”.
Putin está atacando el líquido amniótico en el que vive la UE que se sustenta en el bienestar social