De aquí a la eternidad: ¿Y si el apocalipsis nunca llega?
Jesús Zamora Bonilla, decano de la facultad de Filosofía de la UNED y catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia, ponía en solfa algunos mensajes apocalípticos que se escuchan sobre el futuro hablando de calentamiento global o de la inteligencia artificial. En cuanto al primero lo considera un problema grave y real que causará dificultades en gran parte del mundo, pero no en todas partes y “en modo alguno causará el final de la civilización. La civilización se adaptará a nuevas situaciones no tan beneficiosas para algunos” Quizá dentro de 100 millones de años no haya humanos, pero dentro de uno o dos millones probablemente sí. “Sobre todo porque somos muchos. Incluso imaginando una gran catástrofe que acabase con la mitad de la población actual (8.000 millones) seguiríamos unos 4.000, es decir, la misma población que tenía el planeta tierra hace 50 años”.
La civilización ira cambiando, pero seguirá habiendo civilización humana. Un clima más cálido cambiará las condiciones de vida y en algunos países las consecuencias positivas pueden superar a las negativas. “Andalucía se podrá parecer más a Egipto, pero la civilización egipcia no desapareció por el calor. Las migraciones humanas han existido siempre, y las actuales no creo que ocurran principalmente por el clima, sino por problemas más urgentes”.
Se estima que el mundo puede perder entre un 10% y un 30% del PIB a finales de siglo según aumenten las temperaturas pero, aducía Jesús Zamora, “con un crecimiento del 3% anual, el PIB global en 2100 sería 10 veces el actual de modo que con una reducción del 30%, sería de 7 veces el actual”. “Nosotros somos 10 veces más ricos que nuestros bisabuelos, y nuestros biznietos serían sólo 7 veces más ricos que nosotros”.
Respecto a los mensajes “catastrofistas” sobre la amenaza de las tecnologías, Jesús Zamora no niega los ataques a la privacidad que conllevan, pero “serán problemas a los que tenemos que enfrentarnos, y no riesgos para la existencia misma de la civilización. La inmensa mayoría de los ejemplos que se aducen tampoco afectan gravemente a grandes cantidades de personas”. Las discriminaciones que puedan existir en unos algoritmos sesgados hay que compararlas con las que ya existen en la sociedad. “Esos riesgos no nos van crear una sociedad absolutamente invivible. Tendremos un catálogo de problemas distinto al que tenemos ahora. El Deep Learning puede utilizarse también para identificar discriminaciones que ahora nos resultan más invisibles”.
Con la inteligencia artificial, considera Jesús Zamora que se ha podido exagerar sobre la capacidad de leer nuestras mentes. “Es posible que, entre un limitado catálogo de imágenes, la máquina pueda saber la que estás mirando, pero me resulta muy inverosímil que pueda haber un escáner que se aplique a una persona que va por la calle sin que ella se dé cuenta e identifique el libro que estuvo leyendo ayer, solo observando su cerebro. Creo que es absolutamente imposible, ni con la tecnología actual ni con cualquier otra”.
Entiende la carta de ciberderechos que propugna el neurocientífico Rafael Yuste en tanto en cuanto la nueva tecnología permite invadir nuestra intimidad de forma que hasta ahora era inviable, pero también surgió la posibilidad de espiarnos cuando se inventó el teléfono. Es lógico que exista una normativa ética ante las nuevas posibilidades. La IA terminará utilizándose de la forma que la sociedad considere razonable. “La probabilidad de que haya una máquina capaz de leer la mente es muy muy remota, porque incluso aunque pudiera detectar qué es lo que está haciendo cada neurona en el cerebro, cada cerebro reacciona de distinta manera ante una misma idea o concepto. Las conexiones neuronales de una persona no se parecen en nada a los de otra, por lo que no hay máquina que pueda averigüar qué es lo que está pensando cada cerebro”.
Sí considera Jesús Zamora que el progreso científico y tecnológico probablemente tengan límites intrínsecos, aunque estemos aún lejos de alcanzarlos. Podremos hacer descubrimientos extraordinarios, pero “más tarde o más temprano, casi todo lo que se puede descubrir lo habremos descubierto”. Llegará un momento en el que los cambios tecnológicos no supongan ningún cambio de paradigma y la gente considere que ya ha aprendido todo lo que podríamos aprender sobre la realidad.
Nuestros biznietos tendrán algunos problemas heredados de nosotros, pero se adaptarán a las circunstancias. “No hay sombras en el horizonte que hagan temer que el desarrollo social vaya a detenerse. Se reducirá al mínimo la necesidad de trabajos degradantes, se creará una sociedad con mucha menos violencia y explotación, encontraremos un equilibrio a largo plazo entre el bienestar económico y la preservación de la naturaleza…”.
El concepto de antropoceno tiene un uso ideológico. Es cierto que estamos alterando la faz de la tierra, pero llevamos haciéndolo desde que inventamos la agricultura. Europa era un bosque hace 5.000 años y ahora está llena de tierra de cultivo. Lo que critica Jesús Zamora es que un concepto científico como es el antropoceno se transforme en uno ideológico. Se está creando un relato en el que quede claro quién es el “villano de la historia” y así se están creando villanos como capitaloceno, euroceno, econoceno, o socioceno. “En esta narrativa cada uno pone el villano que le parezca”.
Nos fascina el apocalipsis. “Los mensajes apocalípticos nos hacen que todo encaje. Nos gustan las historias que tengan un final. Que se acabe el mundo es una narrativa que acaba bien porque ponemos la palabra fin”. Nos gusta también por indignación moral, es decir la civilización va a colapsar porque en el fondo se lo merece y también “porque nos hace protagonistas de la historia. El mundo está en peligro y yo puedo salvarlo. Te convierte en alguien especial en un momento crítico de la historia.”
Jesús Zamora se plantea un reto intelectual más controvertido. En ese futuro profundo ¿qué será lo que dé “sentido” a la vida de los humanos que vivan después de cientos de miles de años después de que el progreso técnico se haya detenido? Lo que da sentido a nuestras vidas es el progreso (en griego, “próodos”), pero para los futuros seres metaprodéuticos de dentro de miles de años, no valdrá como acicate. Tendrán la vida resuelta, se habrá encontrado la fórmula para la no violencia y la esperanza de vida será larguísima. En la cultura se habrá inventado prácticamente todo. Las formas de música, poesía o arte estarán todas inventadas. No habrá territorios inexplorados. “Yo no consigo imaginarme qué es lo que motivará a nuestros descendientes”. Tampoco cree Jesús Zamora que les vaya a resultar atractiva la idea de Dios. Quizá surjan nuevas religiones, pero la idea será cada vez menos atractiva. “Aunque esto es solo una conjetura mía”.
Jesús Zamora Bonilla es autor del libro Contra Apocalípticos: Ecologismo, Animalismo, Posthumanismo (Shackleton Books, 2021).