Even-Zohar, uno de los más relevantes investigadores en el campo de los estudios culturales, ha comenzado su exposición señalando que “la competición intergrupal por los recursos está atestiguada a través de evidencias escritas y arqueológicas desde hace más de 6.000 años”. Históricamente, esta competencia ha llevado al enfrentamiento. Imaginémonos dos sociedades antiguas que comparten territorio en una época de escasez alimentaria. ¿Qué tipo de relación tendrían? Posiblemente, se entablaría una guerra para determinar cuál de los dos grupos acapara esos pocos recursos.
Afortunadamente, a medida que hemos ido evolucionando, los humanos hemos sido capaces de darnos cuenta de que el enfrentamiento físico, más que beneficios, nos genera pérdidas. En opinión del ponente, “a medida que la humanidad ha ido evolucionando, los humanos hemos tenido la capacidad de manejar concursos de poder sin comprometer la fuerza física”. Even-Zohar denomina a esa capacidad ‘alternativa semiótica a la violencia’ y, gracias a ella, “se ha generado un aumento en la dinámica de prestigio que ha permitido la administración de concursos al mostrar activos simbólicos. Estos activos pueden ser, por ejemplo, el nivel de conocimiento o modernización. En último término, cuando hablamos de activos simbólicos, hablamos de Cultura”.
Even-Zohar considera que estos activos han contribuido, cada vez más, a disuadir ataques externos, garantizando de esta manera la posesión o expansión de los recursos de un grupo. Así, un grupo, nación o Estado puede obtener los resultados que desea si, gracias a los activos simbólicos que posee, otros grupos, naciones o Estados desean emularlo o seguirlo. Cuanto más amplia sea la difusión de la cultura de cierto grupo más clara será la generación de prestigio. “Copiar a aquellos que han tenido éxito es un concepto básico en la evolución cultural” ha afirmado el profesor israelí.
Tradicionalmente, los activos materiales han creado un estatus de superioridad por la evidencia de su utilidad tangible (alimentos, herramientas, armas…). En el caso de los activos simbólicos Even-Zohar ha señalado que “su utilidad tangible no es tan clara y, por definición, están sujetos a negociaciones continuas, totalmente dependientes de ser socialmente y semióticamente reconocidos como tipos de capital”.
En este sentido, el ponente ha subrayado que “las bolsas de valores simbólicas parecen haber sido determinantes desde la antigüedad en la jerarquización de grupos étnicos y políticos que luchan por los recursos, priorizando unos sobre otros. Éstos han culminado en repertorios de activos tangibles e intangibles más sólidos, desde impresionantes objetos materiales (edificaciones) hasta ideas de libertad, calidad de vida, riqueza, justicia, seguridad personal o cualquier valor que haya ganado reconocimiento universal”.
Para finalizar, Even-Zohar ha expuesto la importancia que para los grupos étnicos tiene apropiarse del pasado: “Todas las sociedades se disputan el pasado; todos quieren ser los más antiguos. El pasado es crucial para la identificación de un grupo étnico y, por eso, hay un gran temor a que los descubrimientos arqueológicos puedan poner en duda su versión oficial”.