“Debemos entender el arte como instrumento de educación y de cambio social”
Audiencia multinacional en Tabakalera, Centro de Arte Contemporáneo que acogió el IV. Congreso Internacional de Arte, Ilustración y Cultura Visual. En él se han dado cita los representantes de las instituciones universitarias que han colaborado en la organización así como los Cursos de Verano de la UPV/EHU, la Universidad del País Vasco, la Universidad Pública de Navarra o la Universidad de Granada.
“Nos encontramos unas 200 personas de distintas nacionalidades” ha destacado Estibaliz Aberasturi-Apraiz, doctora en Ciencias de la Educación y una de las directoras del congreso. Tal y como ha explicado la doctora, “lo que queremos poner en valor hoy es el poder que tiene el arte como instrumento de educación y de cambio social y cómo se articula este cambio dialogando con diferentes agentes”. Similarmente, Idoia Marcellán, docente en el grado de Arte y en el de Creación y Diseño en la Facultad de Bellas artes y también directora del congreso, ha añadido que “el sistema académico actual antepone la cantidad a la calidad”, y que por eso, “se ha de poner en valor la fuerza de este tipo de encuentros donde nos enriquecemos mutuamente”.
En este contexto, Amaia Arriaga, docente e investigadora de la UPNA en la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales y la tercera directora del congreso, ha sido la conductora de la primera parte del congreso. Alejandro Cevallos, integrante de la Fundación Museos de la Ciudad, ha sido el ponente de la conferencia plenaria. Él ha destacado la “necesidad reconocer el contexto sociocultural donde se encuentran los niños como punto de partida para educar”. Describió la realidad que ocurre en Quito, capital de Ecuador, en relación con San Roque, el mercado local que tradicionalmente se ubica en el casco histórico de la ciudad. “Las autoridades están queriendo eliminar la huella indígena de la localidad reubicando constantemente el mercado y creando una mala imagen en los medios” ha denunciado Cevallos.
En este sentido, los comerciantes locales, “visiblemente descontentos” con las políticas tomadas por los dirigentes en relación con el mercado y con la educación estatal ofrecida en las escuelas, “tomaron un edificio que llevaba 20 años deshabitado y crearon una escuela acorde con la cultura local”. Esta escuela forma parte del 44% de las escuelas ecuatorianas que forman parte de la “educación alternativa”. “Esto ocurre porque el Gobierno Ecuatoriano quiere tomar modelos educativos europeos para establecer un sistema educativo homogéneo sin tener en cuenta la realidad cultural del país”.
No es la primera vez que los ciudadanos ‘toman’ un espacio deshabitado. Según ha explicado el grupo de mediación de Tabakalera formado por Ana Revuelta y Leire San Martin, “la quinta planta llamada Prisma se encuentra enteramente ocupada por jóvenes que encuentran en ese lugar “un espacio cubierto, menos reglamentado que otros lugares y con agua y luz”. Según Revuelta, el programa “Harrotu Ileak!” trata de lograr una “colaboración entre estas personas y el centro para que, además de acudir a Tabakalera por motivos de ocio, también se creen otra serie de sinergias que permitan trabajar conjuntamente”.
“Al final se trata de lograr que las instituciones logren conectar con la ciudadanía y con la población más infantil mediante el arte” ha sentenciado San Martín. Y esto nos conduce a la siguiente pregunta: “¿Cómo han de entenderse los museos y centros públicos?”. Cevallos ha explicado que en Quito la mayor parte de los edificios de uso público tienen raíces conflictivas “como el hospital, el Museo de Ciencias Naturales o el Colegio Público de la ciudad. Todos ellos fueron tomados por los ciudadanos para dar un servicio al pueblo”. Cuando el Gobierno reconoció el origen conflictivo de estos edificios también se “reconoció la memoria histórica” de la localidad, hecho que supuso una “gran hazaña para el pueblo ecuatoriano”.
Respecto a Tabakalera, aún cuando se encontraba en proceso de remodelación, una asociación de padres y madres del barrio de Egia solicitó un espacio dentro del edificio para utilizarlo como centro lúdico infantil. Según ha explicado Revuelta, de ahí surgió una” relación de colaboración entre la asociación y la Tabakalera y actualmente padres y madres llevan a sus hijos e hijas al espacio que se encuentra en la tercera planta del edificio”.
Este primer encuentro ha concluido con una reflexión hecha por las integrantes del grupo de mediación del centro de arte contemporáneo declarando que el “arte ha de aunar a personas de todas las edades y de todas las culturas y debe ofrecer la posibilidad de lograr un aprendizaje mutuo a través de las imágenes y de espacios públicos comunes que recojan todas las identidades y todas las expresiones culturales”.