“El día en el que entendamos cómo funcionan los campos electromagnéticos de nuestro cerebro se va a dar paso a la gran revolución”
Describió el magnetismo como “una de las fuerzas fundamentales de la naturaleza. La que mantiene unidos los átomos y la principal forma de transformación de la energía”. Es una palabra que a veces puede generar pánico e inseguridad porque es algo que no podemos percibir por nuestros sentidos.
Toda la física electromagnética se empezó a conocer a partir del siglo XIIX. Al principio se utilizaba solo para generar energía; luego para enviar la información a través de las ondas electromagnéticas, sin tener que depender de cables. Más recientemente se está aplicando a los campos de la salud a la hora de hacer diagnósticos como los tacs y resonancias magnéticas. En los últimos años se ha desarrollado una nueva técnica que consiste en la utilización de nanopartículas para llevar el medicamento a una zona determinada del cuerpo. Se utiliza aplicando un imán a los medicamentos agresivos, como puede ser la quimioterapia, de tal forma que se concentra el medicamento en la zona que se debe aplicar sin necesidad de que se extienda por el resto del cuerpo.
Otra de las aplicaciones electromagnéticas en el campo de la salud es calentar unas partículas una vez introducidas dentro del cuerpo, para poder así matar células tumorosas selectivamente. Esto se hace solo a nivel de laboratorio ya que estas partículas acaban atascando capilares del riñón o teniendo otra serie de efectos secundarios.
Una de las cosas de las que más se habló en el curso, fue la gran variedad de campos electromagnéticos que existen, cómo los rayos X, la radiación infrarroja y las ondas de radio y televisión. Estos tienen distintos efectos y dependiendo de su frecuencia son de un tipo u otro. Dijo que son necesarios para la vida. “sin ellos estaríamos a 270 grados bajo cero, no habría luz del Sol y no existiría la vida en la Tierra”. Pero por encima de determinados niveles son malos y hay una serie de estudios que intenta determinar estos límites.
La hipersensibilidad no está declarada como una enfermedad por la ONU, a pesar de que haya personas que se declaren sensibles a las ondas que emiten los teléfonos móviles y el Wi-Fi. Los estudios científicos más recientes muestran que son un efecto nogevo, contrario al placebo, pero que no hay relación entre la exposición a esos campos y la salud.
También dijo que muchas veces al utilizar el móvil este se calienta, pero esto no tiene que ver con las ondas electromagnéticas, sino con la radiación infrarroja porque la batería se está consumiendo. En cuanto a las ondas del microondas, dijo que no hay evidencias científicas ni mecanismos por los cuales la comida cocinada con el microondas tenga desventajas, él prefería cocinar a la vieja usanza.
La radiación a la que estamos expuestos por Wi-Fi está entre el 1 y 10% del límite legal. El 98% del móvil es porque lo tenemos cerca. Al trabajar con más de dos dispositivos electrónicos hay que medir el campo eléctrico y magnético, ver qué dice la legislación, los organismos internacionales y sobre todo la comisión para La Protección Frente a la Radiación Ionizante y ver a partir de qué niveles se han estudiado efectos en los laboratorios. Pero afortunadamente es cuantificable, hay magnitudes que se miden y en función de los resultados medibles se puede saber en qué situaciones uno se encuentra.
Esta comisión está auspiciada por la ONU y se creó después de la Segunda Guerra Mundial a consecuencia de los impactos de Hiroshima y Nagasaki con el objeto de proteger a los ciudadanos contra las radiaciones. En 1974 se centró en el estudio de las radiaciones ionizantes. Está formada por científicos que se reúnen y estudian todos los trabajos científicos y dan unas recomendaciones sobre los límites. Después se aplican en todos los países de Europa.
Queda mucho por avanzar. Uno de los grandes retos del siglo XXI es entender cómo funciona el cerebro, a base de campos electromagnéticos. Miguel García dijo que “el día que entendamos cómo funciona el cerebro se va a dar la gran revolución”. Nuestro cerebro tiene una sincronización con las distintas áreas de nuestro cuerpo que aún no entendemos. “La gestión de campos electromagnéticos que hace el cerebro es prodigiosa y por eso todas las grandes compañías como Google están invirtiendo en el campo, porque en el momento que se empiece a entender cómo funciona el cerebro humano se podrán aplicar esos mecanismos a las máquinas y la eficiencia va a ser totalmente rompedora” dijo Miguel García.
Una de las principales metas que ha presentado el curso es la formación de grupos multidisciplinares. Los médicos no tienen los conocimientos de física necesarios para entender y trabajar y por otro lado, los físicos tienen lagunas sobre los funcionamientos de los mecanismos celulares. Se habló de las aplicaciones médicas del magnetismo y ejemplos de cómo la resonancia magnética y la encefalografía y el uso de partículas permite utilizar los campos magnéticos para curar. También se centró en separar lo que son las evidencias científicas de las meras opiniones.