“La violencia de género es aún estigmatizante”
“¿Qué es mejor, titular ‘hombre mata a mujer’ o ‘una mujer es asesinada por su ex marido’? ¿En quién debe recaer el peso del titular? ¿Publicamos o no publicamos la fotografía de un presunto asesino que mata a su mujer? Y si lo hacemos, ¿de qué fuente cogemos la fotografía, le pixelamos la cara o no, qué tamaño le ponemos?”. Estas son algunas de las cuestiones que ha planteado la jefa de la redacción de El Diario Vasco, Lourdes Pérez en el curso “Violencia de Género. Propuestas legislativas y el derecho a la intimidad de las víctimas”, donde se ha presentado una realidad “compleja en el que intervienen muchas variables”.
Según Iñaki Subijana, presidente de la Audiencia Provincial de Gipuzkoa, “la clave está en encontrar el equilibrio entre el derecho a la intimidad y el derecho a la información”. “La Constitución dice que el derecho a la información prevalecerá frente al derecho a la intimidad en caso de que la información que se pretende difundir sea de interés público y veraz”. En el caso de las víctimas de la violencia de género, Subijana de posiciona a favor de la difusión mediática. “La difusión de valores que tienen que ver con la concienciación pública en materia de violencia de género y con la información es una labor de interés general, por lo que en este caso, el derecho a la intimidad debe subyacer por debajo del derecho a la información siempre de acuerdo al juicio de ponderación y ejecutándolo de acuerdo al juicio de proporcionalidad”.
No obstante, “si bien estamos de acuerdo con que en estos casos el derecho a la información debe prevalecer, el problema viene cuando tenemos que ponderar la necesidad de incluir y de cómo incluir los elementos que conforman la pieza informativa”. Se trata de evitar difundir información que revele “innecesariamente” datos de la identidad de la víctima que “puedan vulnerar su derecho a la intimidad sin aportar más valor a la noticia”. Lourdes Pérez tiene una opinión clara respecto a este tema: “dar nombres a las víctimas las saca del anonimato donde las metieron sus agresores y humaniza la noticia. No es lo mismo decir ‘la víctima número 426 de violencia de género de los últimos 3 años que decir Alicia. La gente lo percibe diferente”.
En este sentido, la periodista ha recordado el caso de Ana Orantes de 1997, que “supuso un punto de inflexión” en el tratamiento mediático de los casos de violencia de género en el país. “Ana fue a Canal Sur porque las instituciones no le hacían caso. Nadie se quiso hacer cargo”. En el programa ella denunció sus cuarenta años de calvario. “13 días después de su aparición mediática, el ex marido de Ana la apalizó, le echó gasolina y le prendió fuego hasta que no le quedó aliento. Todo porque él no podía soportar el divorcio”. A partir de ese momento los medios comenzaron a introducir este tema en sus discursos y se comenzó a hablar más acerca de la violencia de género. “Pero para eso fue necesario que Ana diese la cara y su nombre ante el país”.
El segundo mencionado por Lourdes Pérez ha sido el caso del asesinato de Julen, un chico de 13 años que aparece acuchillado en el domicilio de su padre en el barrio de Antiguo de San Sebastián en 2011. “Este caso supuso un auténtico reto no sólo para la justicia, sino para los medios. Nos planteamos muchas preguntas respecto a este tema respecto a las identidades de las personas involucradas o a las fotografías que debíamos publicar”. Finalmente, el periódico decidió “poner nombre y apellido a Julen, al padre Luis Serrano y a la madre Itziar Loinaz”.
Finalmente, Lourdes Pérez ha recordado el suceso del 2 de mayo en el que “un hombre mató a su pareja eibarresa en Madrid”. “Lo primero que hicimos desde el periódico fue verificar la procedencia de la víctima”, hecho que ha justificando afirmando que “lo de cerca lo sentimos más”. “En este caso, el presunto asesino huyó, razón por la que optamos por publicar su nombre junto con una fotografía familiar emocionalmente neutral donde únicamente se pixeló el rostro del menor para salvaguardar su derecho a la imagen”.
Hay veces en las que “los periódicos no tienen medios para ponerse en contacto con las víctimas para obtener su consentimiento” para publicar información, imágenes o vídeos. Otras veces tampoco se consigue el amparo legal “para publicar fotografías de los acusados”, pero, según la periodista, “necesidad de humanizar las noticias y de llegar a la conciencia social de los lectores hace necesaria la labor publicar esa información”. En cualquier caso, el presidente de la Audiencia Provincial de Gipuzkoa lo tiene claro, “no hay ningún problema en publicar información que revele la identidad de los imputados y acusados siempre y cuando no se atente contra su honor ya sea humillando o inculpando anticipándose a la sentencia del tribunal correspondiente y cuando el fin sea estrictamente informativo y no se trate de satisfacer la curiosidad por la vida ajena”. En cuanto a las víctimas, “es necesario tener consentimiento suyo o, en su ausencia, el de familiares o tutores legales”.
Respecto a la “más que frecuente negativa” de muchas víctimas de revelar su identidad, Lourdes Pérez ha afirmado que en su opinión “existe un gran miedo social a la estigmatización” a su juicio “incomprensible”. “Dar nombres fomenta la visibilización del problema y sirve de herramienta de empoderamiento”. Además, ha afirmado que “muchas veces tarde o temprano se acaba sabiendo la identidad ya sea en las redes sociales o en manifestaciones. “Hubo una vez en la que las pancartas de una manifestación incluían el nombre de la víctima diciendo ‘todas somos X’. ¿Tenemos derecho a publicar el nombre de la víctima porque sale en la pancarta? No, pero hay veces en los que carece un poco de sentido”. En definitiva, se trata de un tema complejo en el que “la clave está en definir el área de lo debatible y estudiar cada caso de manera puntual”.