La medicina sistémica apuesta por recuperar esa visión global que tenían los médicos de pueblo de antaño
El intestino, su ecosistema, influye en los aspectos psicoemocionales, factores endocrinos y el sistema inmunitario. Pocos sistemas se escapan a su influencia. Es difícil que alguien tenga un sistema intestinal saludable y que presente problemas importantes de salud. Y, a la inversa, si el ecosistema intestinal está alterado (por causas como el exceso de consumo de azúcares o harinas refinadas, es decir por alimentos “vacíos”) inevitablemente va a tener también problemas en otros sistemas u órganos.
En la mucosa del intestino y de las vías respiratorias tenemos unos “soldaditos” de protección que son las Inmunoglobulinas IgA, se encargan de reaccionar ante las amenazas. Los antígenos y alérgenos provocan un exceso de fabricación de moco en el intestino en respuesta a algo que considera extraño y, en estos casos es más que probable que también haya este exceso en las vías respiratorias.
Es habitual que personas con intolerancias alimentarias tengan problemas inespecíficos en las vías respiratorias, por ejemplo rinitis alérgica perenne tratada con las vacunas correspondientes pero que no responde bien. Muchas veces un cambio en la alimentación supone una gran mejoría, eliminado alimentos que producen exceso de mucosa. Hay alimentos que por su composición presentan mayor probabilidad de provocar la sensibilidad durante su proceso de sintetización, por ejemplo la leche de vaca. De una persona a otra hay una variabilidad de un 60% en la capacidad enzimática para metabolizar. De esta capacidad enzimática dependerá la intolerancia a los alimentos.
Este punto todavía suscita controversia en la sociedad médica, donde algunos médicos convencionales no creen que ciertos alimentos puedan generar mucosa en las vías respiratorias. Lo cierto es que cada vez hay más estudios que demuestran que eliminando los alimentos que provocan una reacción en el intestino la cantidad de mucosa en las vías respiratorias baja notablemente. Esto es un ejemplo de la interconexión de los sistemas. No se puede fragmentar la salud de una persona por partes. El especialista conoce su área en profundidad y este grado de especialización tiene su lado positivo pero pierde la visión global, la interconexión entre sistemas y órganos.
La medicina sistémica apuesta por recuperar esa visión global que tenían los médicos de pueblo de antaño.”No eran especialistas pero visitaban a la familia y solo con verles sabía qué les pasaba. Y eso se debía a que conocía a las personas y sus circunstancias. Les dedicaban tiempo, hablaban con ellos. Hoy los médicos tienen que atender a 30 pacientes en un tiempo limitado. “¿Cómo hablas de todos los factores que afectan a su salud? Es imposible. Por eso creemos que debemos recuperar esa visión romántica del médico de pueblo que conoce bien a sus pacientes y tiene conciencia y constancia de todo lo que afecta a su salud.”
Ante este problema estructural de la sanidad pública, el doctor Hernández aboga por intentar no complicar la lista de pacientes de cada médico. Para ello recomienda hacer una labor de prevención. “Si tú te quitas los alimentos poco saludables en general, una excepción de vez en cuando no va a afectar a la salud, intentas hacer un poco de ejercicio, dedicarte tiempo a ti mismo, hacer cosas que te agradan, estar en contacto con aire puro…, en fin, esas cosas que no hacemos porque estamos metidos en un modo de vida que no nos lo permite hacer. Pero es básico para mejorar la salud. En consultas de atención primaria hay muchos pacientes que solamente haciendo estas cosas se evitarían la visita. Debemos cuidarnos más nosotros para ayudar a los médicos.”